miércoles, 28 de enero de 2015

Cárcel Invisible

Rehén, un reflejo. La del  poeta rehén de su propio discernimiento quién golpea en la noche pitadas de ensueño.  Muerte propia que abunda en el cántaro del tiempo y su ocupación tediosa.
El bosque de la razón  encuentra su pesar, le da  consuelo lagrimeando abrazado a el.
Una imagen... Observando nuevas telarañas en las entradas de los edificios construidos hace siglos,  Camina por conventillos que antes fueron nuevos y que ahora se caen a pedazos! se  acuesta dando la espalda y la cabeza ladeada hacia un  costado de la pared, deja caer la baba, Quita con el dedo las cascaras de pintura blanca... y grita.
(una mujer de unos veintisiete años pasa por al lado y lo mira de reojo, sonriendole).
Los extranjeros que viven en las pocilgas se burlan de el y beben brebajes místicos que les recuerdan su tierra.
Se dice a si mismo-¡Yo puedo!.-. -¿ que importa el resto?-
-¡Puedo vivir mi vida silenciosamente y nadie se dará cuenta, pues a nadie le importa si respiro!-
 Apoya el codo en una de las baldosas rotas para levantarse del suelo y cae con su cara lastimandose la boca. Un vigilante que en su ronda lo halla boqueando, escupiendo entre sollozos los pocos dientes que le quedan; lo despacha de un cachetazo hacia la esquina.  Su sombra solitaria es el espejo de días repetidos en el calendario. Le acompaña siguiendo agazapada, preparada para saltarle encima
.- Un comerciante le pregunta si se encuentra bien-. -!Desear el abismo! No morir encerrado y sin aire en las paredes! -es la replica-.


domingo, 9 de noviembre de 2014

Enamoramiento

Enamoramiento


Yo recuerdo  estar en tu alforja de verano desde la figurita que te regalé, porque sabía que te gustaba coleccionar estampitas que repartían los chicos en los trenes  del Belgrano y San Martín..
Cuando los días en agosto y septiembre se volvían hacia nosotros saludándonos amablemente.
Solo compartimos chocolates antes y después de hacer el amor. A medida que el alejamiento arriba del ómnibus se hacía palpable en la memoria, nuestras manos sigilosas se metían en los bolsillos buscando ser ese salvoconducto hacia  esa otra cosa irreal …

La figura en forma de barco, la foto vieja, perdida, que alguien con desesperanza halló; Una mañana en que todo parecía andar mal. Nos devolvió despacio al plano de los sentidos. 
Ganándose  poco a poco, como se mete  la humedad en los poros y el agua fresca desborda los charcos bajo una lluvia torrencial. 
Enfangados hasta los tobillos caminábamos a nuestro hogar en las lomadas de San Pedro. 
La humedad... 
 El azúcar chorreando de la mesa de patas agujereadas.  Las paredes donde las hormigas   -sin que nada les importase- hallaban el simple propósito de su vida, morir por  algo tan elemental como el sustento de la reina.  -desbordadas por el agua que entraba borrando su camino. 
Las ventanas que dejaban correr el día. Un dia nublado, húmedo, viscoso.  La noche... Llevándose todo; Con implacable voracidad.
Inundaciones que ocurrían de vez en cuando en nuestro barrio, 
laberinto nuestro,
Suburbio del tiempo y la ciudad, 
Refugio nuestro. 

De quienes caminan entre los camposantos para llegar a casa y no les importa más que eso.